En estas últimas semanas he reflexionado tanto en relación
al tema de los miedos, que era inevitable escribir éste pequeño cuento. Espero les ayude a
verlos con otros ojos.
Empecemos como todo cuento debe empezar…
Érase una vez un
mundo llamado “Comfortland”. Un mundo que tiene como fin el controlar todos los
elementos de la vida de sus habitantes, logrando así, minimizar los problemas y
las sorpresas logrando un equilibrio tan perfecto que se confundía con la
felicidad.
Todo lo que existía fuera de éste mundo y sus reglas era
extremadamente peligroso y por lo tanto rechazado. Cualquier tipo de cambio
estaba prohibido y cualquier sentido de reforma evitado.
A pesar de éste control existen momentos en los que aparecen
guerreros que se dan cuenta que algo no está bien, que debe haber algo fuera de
las murallas de éste mundo y buscan la manera de salir. Para “Comfortland” éste
tipo de personas no son gratas, pero saben que al atacarlas crearían mártires y
podrían provocar revoluciones, por lo que en lugar de eso encontraron una
manera diferente de tratarlos.
Estas personas debían pasan por 3 retos iniciales antes de
lograr salir:
1. La voz social (Círculo Externo)
Todas las personas allegadas que les dicen
locos, inadaptados, soñadores o cosas
peores. Todas ellas tratando de hacerlas cambiar de opinión, que se mantengan
dentro de las normas de “Comfortland”. Todas esas personas que no quieren
arriesgar su seguridad y control, aun cuando el mundo puede caerse a pedazos. Como
dice el dicho “Más vale malo por conocido que bueno por conocer”.
Ésta prueba es muy complicada ya que el ser
humano tiene la necesidad de ser reconocido por los demás, y si su voluntad es débil,
sin duda serán absorbidos por la masa.
2. Los dragones del miedo. (Círculo Interno)
Cuando estos guerreros logran superar la
primera prueba corren a la muralla, pensando que el cruzarla es lo más difícil.
Pero se equivocan.
Siempre nos han dicho que nuestros miedos
se encuentran dentro de nosotros. y lo creemos
al sentir como el pecho se aprieta y como nuestra garganta se hace chica cada vez que
aparecen.
Al llegar a la cumbre de la muralla los
guerreros se dan cuenta del error en el que vivían.
Cuando llegan a la cumbre a cada uno de
ellos se les presenta un dragón frente a ellos. Los dragones toman a los
guerreros y los cubren con sus colas y alas, no para lastimarlos, si no para protegerlos.
Cada dragón lleva en la piel tatuados los
miedos formados por cada uno de ellos a lo largo del tiempo. Los dragones les susurran
al oído ideas que les recuerdan porqué es bueno quedarse donde están. Porqué es
peligroso salir de ahí.
Muchos guerreros son seducidos por ellos y
regresan.
Otros se dan cuenta que los dragones son
protectores que ellos controlan y alimentan, que son sus servidores y que
pueden ser controlados. Los pocos guerreros que entienden que los miedos no están
dentro de ellos, como siempre les habían dicho, sino que son seres externos que
buscan cuidarlos, logran más fácilmente pararse frente a su dragón y decir las
siguientes palabras: Agradezco toda la protección que me has brindado pero es
hora de seguir adelante, me enseñaste lo que necesitaba, hoy no requiero más de
tí.
Esta es la prueba más difícil de todas, es
enfrentarte a tí mismo y reconocerte en la fortaleza y no en la debilidad. Hay
guerreros que pasan esta prueba de manera parcial y se llevan a su dragón con
ellos, por si se requiere (éstos últimos, si no logran soltar a su dragón
terminarán regresando)
3. La prueba del fracaso.
Aun cuando las primeras dos
pruebas son determinantes y pesadas, no te garantizan el éxito. Hay guerreros
que al fallar en su primer intento se dan por vencidos y piensan que “Comfortland”
no era tan malo como pensaban y regresan. Esos guerreros al regresar sufren de
una lucha interna constante porque ya conocieron otro mundo y a pesar de querer
empatar con los demás ya son diferentes, por lo que no serán felices mientras
no se vuelvan a arriesgar.
Existen otros guerreros que a
pesar de las derrotas que puedan presentarse, saben que vale mucho más la pena seguir
luchando que regresar, que cada derrota tiene un aprendizaje que los acerca más
a la victoria y seguramente lograrán su misión.
Los miedos no nos definen, el cómo los enfrentamos sí.
Nosotros contratamos a nuestros dragones para protegernos, no son buenos ni
malos, solo son. La única realidad es que no están dentro de nosotros como
siempre nos dijeron, son entes externos, y si logramos verlos de ésta manera será
más fácil enfrentarlos, controlarlos y marcarles límites.
Nos vemos la siguiente semana
MIGUEL CARRILLO DEL RIO
@MiguelCarderi
Director General Creatima Consulting
Consultor en Creatividad y Magia Empresarial
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